El Catecismo de la Iglesia Católica nos dirá:
"La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el
mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada
ocho días, en el día que se llama con razón "día del Señor" o domingo.
El día de la Resurrección de Cristo es a la vez el "primer día de la
semana", memorial del primer día de la creación, y el "octavo día" en
que Cristo, tras su "reposo" del gran Sabbat, inaugura el Día "que hace
el Señor", el "día que no conoce ocaso". El "banquete del Señor" es su
centro, porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles encuentra
al Señor resucitado que los invita a su banquete... Para los cristianos
vino a ser el primero de todos los días, la primera de todas las
fiestas, el día del Señor ("Hé kyriaké hémera", "dies dominica"), el
"domingo". Es mediante la Resurrección del Señor que el domingo es
establecido como el día privilegiado, como el día de la Reconciliación. El domingo es el día de la resurrección de Cristo. Los Católicos los celebramos con la Santa Misa y cumplimos con el Tercer Mandamiento del Decálogo. Desde el
tiempo del Nuevo Testamento (tiempos Apostólicos), el domingo remplazó
al sábado judío como día dedicado al Señor para darle culto y descansar
de las labores. La Iglesia católica no "cambia la Biblia", como dicen
algunas sectas que se aferran al sábado. Es un hecho histórico que desde
el principio (desde el siglo I) los cristianos celebran el día del
Señor el domingo. La Iglesia es fiel a la doctrina de los Apóstoles. Evidencia
Bíblica: "El primer día de la semana,
estando nosotros reunidos para la fracción del pan" -Hechos 20,7. Evidencia
de los Padres Apostólicos: San Ignacio de Antioquía (+107AD), discípulo de los Apóstoles, Padre de la Iglesia del siglo I, enseña: Los que
vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza,
no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra
vida es bendecida por El y por su muerte San Justino (+165AD) Y nos
reunimos todos el día del sol, primero porque en este día, que es el
primero de la creación, cuando Dios empezó a obrar sobre las tinieblas y
la materia; y también porque es el día en que Jesucristo, nuestro
Salvador, resucitó de entre los muertos. Razón por celebrar el domingo como día del Señor:
Además, el domingo es el día de Pentecostés, en que estaban reunidos los Apóstoles con María Santísima en oración y se derramó el Espíritu Santo. Al celebrar
el domingo somos fieles a Jesucristo. El no vino a abolir el Antiguo
Testamento sino a darle cumplimiento con su muerte y resurrección. Todo
se cumple en El. Vemos en muchos textos como Jesucristo, para dar
cumplimiento, presenta la ley antigua en una nueva forma que sorprende a
sus oyentes por su novedad y exigencia. La ley queda perfeccionada en
Cristo. ¡Este es el
día que ha hecho el Señor, exultemos y gocémonos en él! (Sal
118, 24). El día de la Resurrección: la nueva
creación Jesús resucitó de entre los
muertos “el primer día de la semana” (Mt 28, 1; Mc 16, 2;
Lc 24, 1; Jn 20, 1). En cuanto es el “primer día”, el día
de la Resurrección de Cristo recuerda la primera creación. En cuanto es
el “octavo día”, que sigue al sábado ( Mc 16, 1; Mt 28,
1), significa la nueva creación inaugurada con la resurrección de
Cristo. Para los cristianos vino a ser el primero de todos los días, la
primera de todas las fiestas, el día del Señor (Hè kyriakè hèmera,
dies dominica), el “domingo”: El
domingo, plenitud del sábado El domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede cronológicamente cada semana, y cuya prescripción litúrgica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. Porque el culto de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se practicaba en ella prefiguraba algún rasgo relativo a Cristo (1Co 10, 11): «Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte» (San Ignacio de Antioquía). La celebración del domingo cumple la prescripción moral, inscrita en el corazón del hombre, de “dar a Dios un culto exterior, visible, público y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los hombres” (Santo Tomás de Aquino). El culto dominical realiza el precepto moral de la Antigua Alianza, cuyo ritmo y espíritu recoge celebrando cada semana al Creador y Redentor de su pueblo. |