1. La asamblea de Siquem (1 Re
12)
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Según la
narración de 1 Re, a la muerte de Salomón, su hijo Roboam
convoca a “todo Israel” en Siquem para ser proclamado rey. La
asamblea del pueblo le pide al nuevo rey que aligere las cargas
impositivas con las que su padre Salomón les había grabado. El joven
rey, en lugar de escuchar a los ancianos consejeros de su padre,
partidarios de la moderación, se deja influir por los jóvenes, que le
recomiendan que endurezca su postura. El pueblo replicó al rey lanzado el grito
independentista que ya había resonado con la rebelión de Absalón (cfr. 2
Sm 20,1):
¿Qué
parte tenemos nosotros con David?
¡No
tenemos herencia en el hijo de Jesé!
¡A
tus tiendas, Israel!
¡Mira
ahora por tu casa, David! (1 Re 12,16)!
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De esta forma el territorio del norte se separa de Judá y constituye
el reino de Israel. Los secesionistas echan mano de Jeroboam, antiguo
jefe de cuadrilla de la casa de José, que había huido de Salomón y refugiándose
en Egipto, y lo proclaman rey. Roboam queda como rey de Judá sobre Judá y
Benjamín.
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Jeroboam realiza una serie de reformas religiosas
destinadas a asegurar la unidad religiosa de su pueblo, imprescindible para
lograr la unidad política: prohíbe ir a Jerusalén, construye un becerro de
oro como nuevo símbolo de la peana de invisible,
designa Dan y Betel como los dos santuarios principales del país,
además de los demás santuarios de los “altos”, nombra
sacerdotes no levitas, y establece una fiesta distinta de la fiesta de
Jerusalén. Nuevo culto, nuevo santuario, nuevo sacerdocio, nueva fiesta.
Este será el “pecado de Jeroboam”, que el redactor
deuteronomista de los libros de los Reyes reprochará a todos los reyes de
Israel, el “pecado original” de este reino.
2.
Dos reinos en contraste
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Desde el punto de vista GEOGRÁFICO:
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El reino del Norte es mucho más extenso que
el Sur: comprende Samaría, Galilea, parte de las regiones de Transjordania.
Son zonas más fértiles y ricas que los montes de Judá. Además,
cuenta con la Via Maris, lo que le garantiza tanto el acceso al mar
como una excelente comunicación con Egipto y Siria. Esta posición
ventajosa se transformará pronto en un inconveniente, ya que lo exponía a
continuas amenazas, hasta llegar a la invasión asiria.
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El reino del Sur es más reducido, montañoso,
económicamente pobre y aislado, y no cuenta con ninguna vía de
comunicación cercana.
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Desde el punto de vista HUMANO:
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El reino del Norte cuenta con una población
heterogénea. Al mismo tiempo, se dejará
sentir el influjo de los pueblos circundantes: fenicios, arameos y asirios.
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El reino del Sur contará con una población más
homogénea,y la influencia externa será casi nula.
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Desde el punto de vista
POLITICO:
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El reino del Norte. vivirá en una casi
continua inestabilidad, con un sucederse dinastías, golpes de estado
y reinados que acaban en asesinato.
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El reino del Sur, donde arraigó la tradición sobre
David y la promesa de Natán, se mantuvo estable la dinastía davídica.
3.
Los primeros años del reino de Israel
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Es un período caótico, caracterizado por la inestabilidad y
por las guerras fronterizas entre Israel y Judá. Durante los primeros años
de Jeroboam Israel sufre las incursiones del faraón Sheshonq.
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Israel
no cuenta con una capital permanente; en un principio Jeroboam se instala en
Siquem, más tarde se traslada a Penuel (en
Trasjordania), y después a Tirsá. Desde 931 hasta 885 se suceden
Jeroboam, Nadab, Basá y Elá.
4. La dinastía de Omrí
Omrí
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Elá muere asesinado en 885. Le sucede el militar
Omrí. A pesar de
la poca relevancia que le presta el relato bíblico, 50 años después de su
muerte la “casa de Omrí” será recordada en los anales del rey
de Asiria.
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De su reinado destacamos:
1. Funda la nueva y
definitiva capital: Samaría.
2. Para equilibrar la alianza establecida por el rey de Judá con los
arameos de Damasco, se alía con los fenicios de Tiro; fruto de esta
alianza será el matrimonio entre su hijo Ajab con Jezabel, hija del
rey de Tiro.
3. Amplia su territorio a costa de los filisteos (Gibaton) y
de los moabitas. Sus conquistas en territorio moabita han sido corroboradas
por el hallazgo de la estela de Mesa.
La estela de Mesa. En 1868 se descubrió casualmente en
Jordania una estela de basalto negro que, anque semidestruida por los
beduinos que la habían encontrado (los cuales pensaban que contenía en su
interior un tesoro), fue reconstruida y descifrada. La inscripción consta
de 34 líneas escritas en dialecto moabita, y se remonta a los años 842-840
a.C., y se atribuye a Mesa, rey de Moab, que aparece en 2 Re 3,4.
Ajab
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Debe
combatir el creciente poder asirio.
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Su matrimonio con Jezabel, princesa fenicia, ocasiona una introducción
del culto a Baal en Samaría. 2 Re 18,19 habla de “cuatrocientos
cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel”. Se
organiza una persecución contra los profetas de Yahveh, relatada en el ciclo
de Elías (1 Re 17- 2 Re 2). Elías cita a todo Israel en el Carmelo,
según relata el famoso pasaje de 1 Re 18, y lo obliga a tomar una decisión:
o Yahveh o Baal.
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Realiza grandes
obras hidráulicas, como los sistemas de
conducción de aguas de Meguido y Hatzor. En Samaría se han desenterrado
los restos de su palacio, y unas preciosas incrustaciones en
marfil, lo que da una idea del nivel de vida de ciertas clases
dirigentes.
La
rebelión de Jehú
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Un sangriento golpe de estado pone fin a la dinastía de Omrí. Con
el apoyo de círculos proféticos -Eliseo?-, un alto oficial del ejército,
Jehú, da un golpe de estado y extermina a toda la familia de Ajab,
empezando por Jezabel, y llegando incluso a su sobrino, el restaura
por la fuerza el culto de Yahveh, y ordena asesinar a todos los profetas
de Baal. Esta sublevación forma parte de un movimiento más amplio de
desestabilización que sacude a la región entera, pues al mismo tiempo un
tal Hazael se hace con el poder en Damasco.
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Pero el reinado de Jehú es el
comienzo de un nuevo declive a manos de los asirios. El obelisco negro de Salamanasar III de Asiria recuerda el tributo pagado
por “Jehú, hijo de Omrí” al rey asirio (Jehú no es hijo de Omrí,
pero este texto es un testimonio más de la fama de su dinastía en el ámbito
internacional).
5.
El reinado de Jeroboam II (783-743)
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Adad Nirari III sube al trono de Asiria y en 806 ataca Damasco, lo
cual es aprovechado por Israel para extender sus fronteras (cfr. 2 Re 13,25;
2 Re 14,25.28).
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El reinado de Jeroboam II es una época de
expansión
territorial y prosperidad. Se construyen edificios lujosos y espléndidos,
se aumentan los recursos agrícolas, y progresa la industria textil y del
tinte.
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A pesar del poco espacio que le concede 2 Re, el reinado de Jeroboam
II es importante porque en él se ubican los profetas Amós y Oseas.
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La situación política, social y religiosa de este tiempo, denunciada por
los profetas, es la siguiente:
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Descomposición social. A pesar de la apariencia de
riqueza, la suerte de los ciudadanos de a pie es dura. Se vive un contraste
brutal entre ricos y pobres. El pequeño agricultor se hallaba a menudo a
merced de los prestamistas y de graves calamidades, que lo exponen a la
hipoteca, al embargo y a tener que vivir como esclavo.
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Corrupción social: los ricos aprovechan las
fianzas para aumentar sus riquezas y dominios. falsean pesos y medidas,
recurren a trampas legales y sobornan a los jueces.
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Corrupción religiosa. Los grandes santuarios están
llenos de actividad. Pero la religión no se conserva en su pureza. Muchos
santuarios eran abiertamente paganos y fomentan cultos de fertilidad y la
prostitución sagrada. Otros santuarios yavistas cumplen una misión
negativa: pretenden calmar a la divinidad con ritos y sacrificios que
garantizan la tranquilidad de conciencia y el bienestar del país.
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Concepto erróneo de la religión israelita.
Los beneficios de Dios en el pasado (éxodo, elección, alianza del Sinaí),
no fomentan la generosidad, sino la seguridad y el complejo de superioridad.
La alianza es letra muerta. El pueblo espera el "día de Yahveh",
una intervención maravillosa de Dios en favor de Israel para colmarlo de
beneficios y situarlo a la cabeza de las naciones.
6.
La guerra siro-efraimita
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Pécaj, rey de Israel (735-732) organiza una gran
coalición
antiasiria junto con Rasín, rey de Siria. En la coalición participan
también Gaza, Asquelón y Tiro. Presionan a Yotán de Judá para entrar en
la coalición, pero éste se niega. A su muerte, Pécaj y Rasín planean
asaltar Jerusalén, derrocar a su rey, Acaz, y colocar en su lugar otro rey
favorable a la coalición en contra de Asiria. Sus maquinaciones están
recogidas en Is 7,6: "Subamos contra Judá, sitiémosla, abramos
brecha en ella y nombremos en ella rey al hijo de Tabeel". Es la
mal llamada “guerra siro-efraimita”, porque no se trata de una
guerra entre Siria y Efraim (=Israel), sino de la alianza entre Siria y
Efraim (=Israel) contra Judá.
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La guerra constituye el
fondo histórico de los capítulos 7-8 de Isaías,
en los que se encuentra el famoso oráculo del nacimiento del Emmanuel. En
este pasaje Isaías anima a la confianza en Dios, y asegura la permanencia
de Jerusalén: Acaz, presa del pánico, cogido entre la amenaza de Israel y
Siria, y la presión de Asiria, decide someterse a ésta última, en contra
del parecer de Isaías, y firma con Tiglat Pileser el sometimiento un
tributo.
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Como resultado, Judá se libra de caer, pero Tiglat Pileser se decide
a atacar a Gaza, y más tarde a Damasco y Samaría, donde hay un golpe de
estado, y el nuevo rey Oseas firma la paz, a cambio de vasallaje.
7.
La caída de Samaría
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El
rey Oseas, por motivos desconocidos, se rebela contra Salmanasar V, rey
de Asiria, buscando una imposible alianza con Egipto. Asiria responde con más
dureza y bajo Sargón II Samaría es tomada en 722, tras dos años de
asedio.
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Gran parte de la población es deportada a Asiria, en una operación
que hoy llamaríamos de “limpieza étnica”. Hatzor es destruido
totalmente, y desaparece como ciudad. Se establecen tres distritos: Dor,
Meguido y Galaad.
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El norte se convierte en
provincia asiria, con nuevos habitantes, no
israelitas, y nuevas costumbres y usos religiosos, sentando las bases de la
futura separación entre judíos y samaritanos. Pero otra parte de la
población huye a Judá, adonde traen muchas tradiciones religiosas del
norte que serán asimiladas por el sur. Una parte de estos exiliados se
instala en Jerusalén, que en esa época crece hacia el oeste, mientras se
prepara a resistir el ataque asirio. Será la época de Ezequías de
Judá.
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