Los elementos teológicos sobre los que se fundamenta el rosario son:
ORACIÓN EVANGÉLICA
Del evangelio se toman
las oraciones y la formulación de los misterios: el Padrenuestro es la
oración enseñada por Jesús; el
Avemaría combina el saludo del ángel con el elogio de Isabel, el Gloria
al Padre es el desarrollo de la fórmula trinitaria pronunciada por
Jesús cuando envió los discípulos al mundo (Mt 28,19). El contenido de
los misterios nos presenta en síntesis las etapas fundamentales de la
vida de Cristo: encarnación, pasión, gloria. Son éstos los tres
elementos que san Pablo desarrolla en su carta a los Filipenses (Flp
5,11).
Vistos y sentidos con
María y a través de María, se convierten en los misterios gozosos,
dolorosos y gloriosos, y componen la fisonomía inconfundible del
rosario, ayudando al fiel a la conservación y promoción de la fe. Sólo
dos misterios, el 4º. y el 5º. gloriosos, no están documentados en la
Escritura pero de ella sacan su inspiración: la asunción de María es la
representación de la subida al cielo no sólo de ella, sino de todos los
redimidos, que ya en la vida terrena suben allá con la esperanza y la
oración; la glorificación de María y de los santos es misterio central
de toda la revelación porque es el objetivo primero de la predicación de
Cristo.
Él habla de gloria en el
reino para cuantos han escuchado y puesto en práctica la enseñanza del
Señor. María está, igual que en el cenáculo, en el centro de la iglesia
triunfante.
ORACIÓN CRISTOCÉNTRICA
“La interminable alabanza que el rosario tributa a María tiene su
fundamento en Jesús, en quien termina toda alabanza. Las alabanzas a
ella dirigidas quieren sólo proclamar y defender con todo rigor la fe en
Jesús como Dios y como hombre. Cada Avemaría dicha en
eterna memoria suya nos recuerda que ha existido uno que, aun siendo
felicísimo eternamente, no desdeñó el seno de una Virgen por amor a los
pecadores”.
Alabando a María, en efecto, no se hace otra cosa que proclamar y
anunciar continuamente la gracia por la cual ella es madre de Dios; en
definitiva, anunciar y
proclamar la encarnación del Hijo de Dios.
El
Avemaría es incesante alabanza a Cristo, y Cristo constituye el objeto
central del rosario, porque en los misterios gozosos se le ruega en su
vida escondida; en los dolorosos, en su pasión y muerte, y en los
gloriosos, en su exaltación participada a la madre y a la
iglesia.
ORACIÓN ECLESIAL
La iglesia es el pueblo de los llamados a la salvación mediante la fe en
Jesucristo. El rosario ofrece el conocimiento de Jesucristo y de su
misterio de salvación y solicita de nuestra parte una adhesión humilde.
En el desarrollo de esta oración la finalidad es el acto de fe que,
vivido con María, es signo más evidente de eclesialidad, ya que ella
“está unida, en la estirpe de Adán, con todos los hombres que necesitan
de la salvación; y no sólo eso, sino que es verdadera madre de los
miembros de Cristo, por haber cooperado con su amor a que naciesen en la
iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza” (LG 53).
VALORES ESPIRITUALES ANCLADOS EN LOS MOTIVOS TEOLÓGICOS PRECEDENTES, RESALTAN LOS VALORES ESPIRITUALES
ORACIÓN SENCILLA
En su evolución histórica, el rosario ha llegado a una estructura
esencial que deja ver su simplicidad. Lleva a quien lo reza al centro
mismo del misterio cristiano, a los datos fundamentales de la fe, a
través de las oraciones más universalmente conocidas: Pater, Ave,
Gloria. Es la oración de los pobres, no sólo porque puede ser practicada
por los más humildes, sino también porque
enseña el itinerario hacia la sencillez y pobreza de espíritu.
ORACIÓN CONTEMPLATIVA
Contemplación no es sólo
la aplicación de nuestra inteligencia a un determinado tema que hace
reflexionar, sino la capacidad de posar la mirada enamorada y reconocida
sobre todo lo que nos rodea con una actitud de escucha, de apertura, de
acogida y asentimiento.
Contemplamos la
naturaleza al salir el sol, las flores y los bosques, los gozos y los
dramas de los hombres… El rosario es escuela de contemplación porque nos
acostumbra a mirar sucesivamente un episodio de la vida del Señor con
una actitud que produce gozo, sufrimiento, exaltación sencilla y
profunda que nutre el corazón y la inteligencia.
ORACIÓN DIDASCÁLICA Y CATEQUÉTICA
Además de oración, el rosario es un modo sencillo y popular de
predicación y presentación de la fe misma. Es una forma privilegiada de
pedagogía y catequesis; y, como todas las obras inspiradas, une a la
absoluta simplicidad y transparencia el valor enorme de presentar el
kerigma que nos ha sido dado como única salvación.
Es un predicar que
solicita el asentimiento del hombre, como el anuncio del ángel solicitó
el asentimiento de María. Guía el alma hacia la asimilación de los
misterios y de las verdades evangélicas de que está impregnado.
ORACIÓN QUE RESPETA LOS RITMOS DE LA VIDA
La repetición de las Avemarías es un obstáculo para algunos; pero quizá
más supuesto que real. La repetición del Ave es como una larga Avemaría
que se extiende hacia el infinito, una alabanza sin fin que
continuaremos más allá
de la hora de nuestra muerte en la patria bienaventurada.
El
ritmo pretende entretenernos con Dios, algo así como regular nuestro
coloquio con él, al objeto de hacer nuestro movimiento interior más
reposado, más pleno. Tiende a procurar una íntima unión con la Virgen
para entrar con ella en el misterio de Cristo; y nos
invita a imitarla, como ella, a su vez, fue imitadora de Cristo.
Y
todo esto es considerado no bajo un aspecto sentimental, sino
funcional. Es repetición de un acto de amor: ave, ave, ave…, que se
prolonga y encuentra descanso en una contemplación que se hace gozo y
alimento del alma, hambrienta y sedienta de salvación
absoluta y verdadera. Representa, además, una transfiguración de la
vida cristiana en sus ritmos de gozo, dolor y gloria.
Pone
ante los ojos la vocación, la lucha, el sacrificio, la victoria,
entendidos evangélicamente. El alma que reza el rosario sabiamente
regenera el tejido de su existencia a la luz de la vida de
Cristo y de María.
ORACIÓN CREATIVA
Nos lleva continuamente a poner en relación, a verificar si nuestros
sentimientos son los sentimientos de Cristo, si nuestro obrar es como su
obrar, si nuestros pensamientos son sus pensamientos, los de él, que es
Señor de la vida y maestro de la existencia. En este continuo parangón
van desapareciendo las escorias de nuestra vida y tiene lugar una
purificación que nos hace disponibles a la voluntad de Dios.
¿Es acaso una casualidad
que los grandes misioneros y los artífices de profundas reformas en la
iglesia fueran personas que rezaban el rosario (Cottolengo, don Bosco,
el papa Juan XXIII, etc.)
ORACIÓN QUE NOS INTRODUCE EN LA LITURGIA
Existe un estrecho nexo entre liturgia y rosario. Como la liturgia, el
rosario tiene índole comunitaria, se nutre de la Escritura, gravita en
torno al misterio de Cristo. La anámnesis de la liturgia y la memoria
contemplativa del rosario tienen por objeto el mismo misterio salvífico
de Cristo. El rosario participa del sacrificium laudis a la Trinidad.