La Iglesia o Cuerpo de Cristo tiene una parte visible y otra invisible, pero no hay entre ellas una separación total. Al contrario "la unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales" (LG 49).
Si podemos unirnos a los santos del cielo, los bienaventurados, así como a los ángeles, que delante del Trono de Dios y del Cordero llevan a cabo la adoración perfecta del cielo, y unir nuestra adoración imperfecta a la suya, en una única adoración, igualmente podemos beneficiarnos de su ayuda en la única intercesión, que es en Cristo, nuestro Sumo Sacerdote y único mediador entre Dios y los hombres. Los ángeles y los más próximos al Trono de Dios colaboran también recogiendo nuestras oraciones y presentándolas delante de él: "los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos" (Ap 5,8). J Raúl Marcos |