Ideas y Decálogo para vivir y orar de la Palabra Si
toda la vida y la oración cristianas deben nutrirse y beber de la
Palabra de Dios, en la cuaresma la verdadera oración -al igual que el
itinerario y experiencia personal y comunitario de los creyentes- ha de
ser bíblica, oración de la Palabra. Y es que la cuaresma es privilegio
aptísimo para vivir en y de la Palabra de Dios.
Vivir
en y de la Palabra significa leerla, rezarla, meditarla, abrirse a
ella, confrontarse con ella, poner a su tamiz y a su luz nuestra propia
existencia. A ello nos ayudará la lectura y meditación atenta y
ferviente de la liturgia de la Palabra de las ferias cuaresmales y,
sobre todo, de los domingos.
Es
un tesoro de riqueza inagotable, que no podemos perder. En la liturgia
de las Horas y de la Eucaristía -en toda la Sagrada Escritura- la
Palabra de Dios se nos da a raudales para que nos llenemos de ella y
para que ella -la Palabra de Dios- sea la música de nuestra alma y la partitura de nuestra vida.
El decálogo Ahora, de la mano del destacado biblista latinoamericano Carlos Mesters, propongo este decálogo para orientar la lectura orante, personal y diaria de la Biblia, en cuaresma y siempre:
1.- Al comenzar a meditar la Palabra de Dios, invoca al Espíritu Santo, ponte en profunda actitud de escucha y oración.
2.- Lee el texto elegido despacio, lentamente y con toda la atención posible.
3.- Una vez leído el texto, haz silencio interior, sin prisas, procurando recordar en la mente y en el corazón lo que has leído.
4.- Reflexiona y mira con profundidad el sentido de cada una de las frases y de las palabras leídas.
5.-
Degusta la Palabra, rúmiala, actualízala y relaciónala con la vida.
Está también escrita para ti. Para tu situación personal y de cada día y
circunstancia.
6.- Amplia la visión y comprensión del texto leído con otros pasajes de la Biblia.
7.-
Párate a contemplar en silencio orante la Palabra y vuelve a leer el
mismo texto, rezándolo y respondiendo a Dios que te está hablando.
8.- Formula un compromiso de vida.
9.- Reza un salmo apropiado al texto leído y contemplado y ora con ellos.
10.-
Cuando vayas a concluir tu lectura orante, personal y diaria de la
Biblia, elige del texto de cada día una frase. Intenta memorizarla. Que
sea tu lema de esa jornada.
Todos
necesitamos palabras de vida, de luz, de esperanza y de paz. Y resulta
que las tenemos en la Palabra de Dios. ¿Podemos permitirnos el lujo de
olvidarla y desconocerla?
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