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«San
Carlos Borromeo, gran arzobispo de Milán, rezaba todos los días con
especial devoción su rosario y decía a los sacerdotes: "Les pido que en
la confesión recomienden mucho el rezo del santo rosario."»
«San Juan de la Cruz rezaba cada día el rosario, de rodillas, con especial fervor.» «San
Francisco de Sales, (+1621) el santo más amable que ha existido, el que
convirtió al catolicismo más de 70000 protestantes, dedicaba cada día
una hora a rezar su rosario; esto por más de 40 años. Y decía: «Rezar mi
rosario es mi más dulce ocupación y una verdadera alegría, porque sé
que mientras lo rezo estoy hablando con la más amable y generosa de las
madres».
 «Santa
Bernardita Soubirous, la jovencita que tuvo el honor de que la
Santísima Virgen se le apareciera 18 veces en Lourdes en 1858, era una
niña pobre e ignorante pero muy santa. Ella decía: "Yo no hice estudios y
soy muy ignorante, pero sé rezar mi rosario, y con él logro comunicarme
con nuestro Señor y con la Virgen Santísima." Desde muy niña lo rezó
siempre, y mientras rezaba su rosario se le apareció por primera vez la
Santísima Virgen. Después, ya religiosa, las demás monjitas la veían
largos ratos de rodillas rezando el rosario y se sentían orgullosas de
arrodillarse junto a ella y acompañarla en tan bella oración. Bernardita
les decía: "Ah, si supieran lo buena y generosa que es nuestra Señora,
amémosla mucho. Recémosle con cariño su rosario y pongámonos bajo su
protección y veremos qué grandes ventajas conseguimos con ello".»
 «Santa
Margarita María Alacoque, la santa a la cual se le apareció el Sagrado
Corazón en 1675, rezaba cada día de rodillas el Rosario entero (los 15
Misterios).
Y dice que un día vio a la Sma. Virgen con el rostro
muy serio porque ella estaba rezando muy distraída las avemarías y que
en adelante se propuso rezarlas con más devoción.»
 «Santa Luisa de Marillac, fundadora de las hermanas Vicentinas, deseaba que
sus religiosas llevaran su camándula bien visible, a la vista de todos.
Y
su fervor al rezar el rosario era tal, que las hermanas porfiaban por
estar cerca de ella mientras lo rezaban. Pronunciaba cuidadosamente las
palabras del Padrenuestro y del Avemaría, como saboreándolas y gustando
sus dulzuras espirituales.»
 El
Padre Pío recitaba el rosario en todos lados: en la habitación, en los
corredores, en la sacristía, subiendo y bajando las escaleras, de día y
de noche. Al preguntarle cuántos rosarios rezaba cada día desde la
mañana a la noche, respondió él mismo: "A veces cuarenta, otras veces
cincuenta". Y al preguntarle cómo hacía, respondía: "¿Y cómo haces tú
para no recitarlo?" Un místico tiene una vida que va más allá de las
leyes del espacio y del tiempo, por lo cual se explican las bilocaciones
y otros carismas que abundaban en el Padre Pío. Al respecto,
resulta clara la llamada de Cristo para el que lo sigue de "rezar
siempre", para el Padre Pío se había convertido en "rosario siempre", es
decir, María siempre en su vida. El padre Tarcisio de Cervinara, uno de
los capuchinos más íntimos del Padre Pío, refiere que el padre le
confiaba frente a tal enigma: "Yo puedo hacer tres cosas a la vez:
rezar, confesar y salir a recorrer el mundo."»

Estos
son solo unos de muchos santos que han rezado el santo rosario como
parte de su vida espiritual y para pedir a María Santísima la protección
en momentos de tribulación para nuestra alma.
María,
nuestra Madre la fuente de todas las gracias ansiosa espera que
nosotros le pidamos aquellos favores que tanto anhelamos. Y se complace
en derramar estas gracias concedidas para nosotros. Especialmente cuando
pedimos por los demás; por los más necesitados; por nuestros Sacerdotes
que tanto son atacados por el demonio Y por nuestras familias.
Ella nunca tarda en darnos una muestra de su inmenso amor por todos nosotros sus pequeñitos.
¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
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