La Iglesia enseña que María conservó siempre intacta la
integridad de su organismo. Por lo que se la llama
“Virgen perpetua” o “siempre Virgen”, título que se hace usual
desde el siglo IV. Con fórmula más expresa y determinada,
la doctrina católica afirma desde del siglo V que María
fue virgen antes, durante y después del parto (usada desde
1555 oficialmente por Paulo IV).
La virginidad
antes del parto se refiere particularmente al hecho de la
concepción de Jesús en el seno materno. María concibe al
Verbo encarnado sin concurso de varón y sin semen viril,
por una intervención positiva del Espíritu Santo. La virginidad en
el parto supone la ausencia de lesión orgánica y del
dolor que naturalmente acompañan al alumbramiento. La virginidad después del
parto excluye todo comercio carnal y toda nueva generación después
del nacimiento de Jesús.
Esta creencia ha permanecido imperturbada desde el
siglo V (...) Sólo los racionalistas y los protestantes han
rechazado e impugnado la virginidad perpetua de María. (...)
Es
pues, doctrina de fe divina o definida que:
1º María
fue virgen antes de la concepción.
2º Concibió sin
concurso de hombre (por intervención sobrenatural).
3º Al
concebir no perdió la virginidad.
4º El parto fue milagroso,
sin dolor.
5º Permaneció virgen después del parto
6º Siempre
conservó la integridad virginal.
(...) Más que la concepción virginal,
es objeto de ataques el parto virginal. Tertuliano y Joviniano
pretendían la lesión de su integridad en el parto, en
contra de la voz de toda la Tradición. Esa cuestión
volvió a suscitarse hace unos lustros, (...) con algunos teólogos
que consideran que la virginidad, en su aspecto somático, consiste
en la abstención de todo acto sexual, y en el
plano psíquico, la abstención afectiva y efectiva del deleite venéreo,
y que la integridad orgánica no pertenece a la esencia
de la virginidad. Según esto, María pudo dar a luz
normalmente (con dolores y roturas), sin perder la virginidad. (hay
otros ejemplos de desviaciones) Estos datos, nos muestran que la
fe, serenamente profesada durante más de quince siglos en la
Iglesia Católica (...) está padeciendo una crisis que reviste gravedad,
por cuanto afecta al contenido de la verdad dogmática, la
cual está directamente relacionada con la cristología. (...).
La Tradición, la Liturgia y los documentos del
Magisterio nos presentan el alumbramiento de María como portentoso, porque
no violó la integridad de la Madre, no rompió el
sello de su virginidad, no implicó roturas ni dolores; Jesús
salió del seno materno como del sepulcro sellado, como del
Cenáculo sin abrir puertas, como el rayo de sol atraviesa
el cristal, y por eso María es celebrada como la
zarza de Moisés, la puerta nunca abierta, el huerto cerrado,
la fuente sellada, el Arca incorrupta del Señor (...)
La doctrina
sobre la virginidad perpetua de María, basada en datos bíblicos
indiscutibles, desarrollada en todo su contenido de gracia y de
milagro por la tradición de los padres pre-efesinos, profesada ampliamente
en la Liturgia, sancionada por el Magisterio oficial de la
Iglesia, desde los símbolos primeros hasta el Credo del Pueblo
de Dios de Pablo VI ofrece una clara trayectoria que
no puede ser turbada por aventuradas sugerencias de una crítica
racionalista o de una teología innovadora y titubeante que no
se fía debidamente del sentido y persuasión constante dela comunidad
cristiana.
Las recientes confusiones que, con alarma
de los fieles, se han difundido en algunos ambientes eclesiales,
no pueden menoscabar parte alguna del dogma tradicionalmente enseñado y
propuesto al pueblo fiel.
En tiempos como
los que vivimos, en que la autodegradación del hombre alcanza
límites inconcebibles, en que “casi se tiene miedo de nombrar
la virtud de la pureza” (...) la contemplación de la
Virgen – la Madre virginal de Jesús – es particularmente
necesaria y apropiada. María, que concibió y dio a luz
virginalmente al Hijo de Dios, María en cuyo Corazón virginal
floreció y sigue floreciendo nuestra vida de hijos de Dios
...
Sociedad Mariológica Española. Enciclopedia Mariana Posconciliar Editorial Coculsa, Madrid, 1975
- Imprimátur del Primado de España Cardenal Marcelo González Martín.
Presentación por el P. Carlos Balic, OFM, Presidente de la
Pontificia Academia Mariana Internacional. Extracto del capítulo María Siempre Virgen,
pags. 349 – 362
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