*Se comienza con la Oración Preparatoria y se Termina con la Oración Final
Oh
santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que
te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado
Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra
misericordia maternal y agradecidos a las bondades de vuestro
amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos
para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en
esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y
provecho de nuestras almas. Así sea.
DÍA PRIMERO Penitencia y
reparación
¡Oh santísima Virgen María, Madre de los pobres
pecadores!, que apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en vuestro
rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que
os causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión
exhortaste a no afligir más a vuestro Hijo con la culpa y a reparar los
pecados con la mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un
sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de
reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se
infieren a vuestro Divino Hijo y a vuestro Corazón Inmaculado.
DÍA SEGUNDO Santidad de
vida
ORACIÓN
DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre de la divina
gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos pastorcitos
sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar
la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de
las costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos
misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra
condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las
promesas bautismales.
DÍA TERCERO Amor a la oración
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh
santísima Virgen María, vaso insigne de devoción!, que te apareciste en
Fátima teniendo pendiente de vuestras manos el santo Rosario, y que
insistentemente repetías: «Orad, orad mucho», para alejar por medio de
la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu
de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto
de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los
santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y
amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la otra.
DÍA CUARTO Amor a la Iglesia
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh
santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los
pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas
sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro
Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el
espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano
Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él
un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por
medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los
sacramentos.
DÍA QUINTO María, salud de los enfermos
ORACIÓN DE
ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, salud de los enfermos y
consoladora de los afligidos!, que movida por el ruego de los
pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y
habéis convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en
oficina de vuestras misericordias maternales en favor de todos los
afligidos. A vuestro Corazón maternal acudimos llenos de filial
confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y las
aflicciones y dolencias todas de nuestra vida. Echad sobre ellas una
mirada de compasión y remediadlas con la ternura de vuestras manos, para
que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón y con todo
nuestro ser.
DÍA SEXTO María, refugio de los pecadores
ORACIÓN DE
ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, refugio de los
pecadores!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar
incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las
penas eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los
pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas
terribles llamas. Infundid en nuestras almas un gran horror al pecado y
el temor santo de la justicia divina, y al mismo tiempo despertad en
ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo
para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su
conversión.
DÍA SÉPTIMO María, alivio de las almas del
purgatorio
ORACIÓN
DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Reina del
purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios
por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas.
Encomendamos a la inagotable ternura de vuestro maternal Corazón todas
las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las
de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y
necesitadas; alíviales sus penas y llévalas pronto a la región de la luz
y de la paz, para cantar allí perpetuamente vuestras misericordias. Meditar
y rezar la oración final.
DÍA OCTAVO María, Reina del Rosario
ORACIÓN DE
ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María!, que en vuestra última
aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en
todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más
seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen,
tanto del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infundid en
nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención
que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus
frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de
rezarlo diariamente para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos,
dolores y glorias, y así merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los
momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.
DÍA NOVENO El Inmaculado Corazón de María
ORACIÓN DE
ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre nuestra
dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al
mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste
la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al
mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda
suprema de salvación. Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las
madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de
misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos
siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro
consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro
Hijo Jesús. Meditar y rezar la oración final.
¡Oh Dios, cuyo
Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de
la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los
misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María,
imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que
prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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