Por Anwar Tapias Lakatt administrador@catolicosfirmesensufe.org Este día también marca una gran importancia para la fe católica. Es el día en que se conmemora la pasión y muerte de Cristo. El Viernes Santo nos recuerda la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario. Es un día en donde nos embarga la tristeza y el dolor por la muerte tan cruel de Cristo, pero el cristiano entiende que no es el fin, y que luego Cristo va a resucitar. Pensar en este día nos debe hacer reflexionar que si con la muerte de un ser querido, somos capaces de recordar ese día y hacer reflexión, cuanto más no hacerlo con la muerte de aquel que nos trajo la salvación. En esta conmemoración nos encontramos con el acto de la "adoración" de la Cruz. Esto es algo que podría sonar extraño y hasta dar la sensación que estamos adorando algo que no es Dios. Pero lo cierto es que la fe católica distingue la adoración absoluta a Dios en cuanto lo que es, y la adoración de latría relativa en cuanto a lo que es representado. La Liturgia del Viernes Santo nos presenta el color rojo, símbolo de la pasión y la sangre vertida por Cristo. Nos permite vivir el relato de la Pasión y Muerte según San Juan, para comprender la obra suprema de amor de nuestro Señor. Es un día de abstinencia, para al privarnos de la carne, recordar que fue la carne de Cristo la que se entregó por nosotros, y fue esa carne la que soportó los golpes, maltratos y humillaciones. El sermón de las siete Palabras es otra manifestación que recordamos en Viernes Santo, las siete palabras pronunciadas por Cristo desde la Cruz, recogidas en los Evangelios. En ellas meditamos esas palabras y su significación para la vida espiritual. No podemos olvidar a María Santísima en este día, quien al pie de la Cruz dio muestra de su fe inquebrantable, y que ni siquiera el dolor y la muerte cruel, la apartó de su Hijo amado. Junto a ella contemplemos a Cristo crucificado, en quien nos gloriamos en su Cruz (Gal 6, 14) |